Imagina vivir en un espacio donde la luz penetra vertiginosamente por entre las persianas calando cada ínfimo rincón en el que reine la oscuridad... Imagina un despertar de horizonte lejano, distante que dibuja cada amanecer una orilla diferente sobre un mar de nubes cambiantes... Imagina, si puedes, la sensación de amplitud impregnando la totalidad, la perspectiva como una incógnita a descubrir cada día... Sentir sosiego, plenitud y sin embargo habitar el centro de la urbe, con la engañosa percepción de no estar realmente engarzado en ella... Así es este hogar, tan mimado en detalles, tan personal y cálido, amparado por paredes estucadas, delicados mosaicos, fósiles eternizados en hermosos minerales componiendo ambientes que te atrapan, cantos rodados sobre los que posar los pies... maderas de xatoba... Cien metros cuadrados de gusto exquisito y privilegiada ubicación.
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